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El libro “Valiendo Vargas se presentará este 16 de septiembre.

El libro “Valiendo Vargas se presentará este 16 de septiembre.

Quito, lunes 4 de septiembre de 2023. El sabado 16 de septiembre de 2023, la PERIODISTA y flamante Escritora, Mgs. María José Zambrano Vargas, hará la presentación de su primera obra, “Valiendo  V@rgas, en la Casa de la Cultura ecuatoriana, Benjamín Carrión, Núcleo Santo Domingo de los Tsáchilas a las 17h00.

La obra recoge las experiencias familiares en distintas épocas, del convivir diario.

Valiendo V@rgas son dos libros en uno, recopila en su primera parte “PURPURINA Y DESENGAÑO” (45 POEMAS) mucha textura agridulce, de los roces juveniles, de las amistades, de los conflictos, amoríos con amantes de turno, novios formales, de la ternura y de la inocencia que todos hemos pasado. En la segunda parte “HISTORIETAS MAL CONTADAS”, (110 ESCRITOS) en dónde he plasmado, en modo de narrativa corta nuestros chistes fatales y desatinos al amar. Con todo esto es un diario fugaz de una chica sincera, directa y aún muy ilusa. Aquí las explicaciones de la autora.

“Cada año, como ritual solemos hacer un viaje familiar con todos los Vargas, en uno de los últimos recorridos en el tren del Ecuador pasamos muy divertidos, riéndonos, haciendo terapia de grito en el puente de un río, bromeándonos entre los primos y primas, dándonos nalgadas, golpes, probando por aquí, conociendo por allá”.

En esta ocasión todos estuvimos muy torpes, olvidando cosas, diciendo todo mal, jodiéndonos.

Alquilamos una van y contratamos un guía, este chico era muy educado, nada que ver con los integrantes de mi familia que siempre damos mucho de qué hablar.

En fin, ante nuestros chistes pesados y burla brusca, a mi mamá se le ocurrió, a su estilo liberal decir “valen vargas”, ya saben, por tratar de no ser vulgar ante Carlos, el guía. Y esta frase; digamos, se ha utilizado a diario entre los buenos amigos, tíos, cuñados, etc…

Por otro lado, desde siempre supe que no era buena para lanzarme a una carrera formal, qué se yo: arquitectura, medicina o abogacía. ¡Qué va!, si lo que quería era salir del colegio, tomar mi tiempo eterno sabático e irme de hippie con mi mejor amiga, pero la historia cambió y los planes también.

La Gata, que es como le decimos a Génesis, entre las eternas imprudencias de la edad, no protegió su piel de otra y trajo al mundo una “Victoria”, mi sobrina…

El mundo se nos puso patas arriba…

Y como contaba, no me apetecía estudiar nada, así que fue mi santa madre quién me animó a estudiar periodismo, “así sacas tu título y ya después te dedicas a lo que te gusta o te vas con los hippies”, porque un “título” en esos años era el ego social de los padres.

-Bueno madre, si no me dan matemáticas tomo esa carrera y veamos si algo puedo hacer, dije.

-“Eres buena contando historias y escribiendo, a lo mejor y ser periodista te de buenas herramientas”, dijo ella muy segura de su retoño; yo solté una carcajada.

Así el tiempo en un chasquido, entre profesores que terminaban bebiendo vino en casa, deberes mal hechos, fiestas, amores, idas y venidas se logró tener bajo el colchón el papel titular.

Dejé el pueblito y me mudé a la capital, a seguir trabajando, estudiando y a pasar un fatídico mal sabor que me dejó un sujeto y el caos de mi familia paterna, ya saben herencias, disturbio y terribles separaciones.

Anotando de vez en cuando en cualquier papel, agenda, pedazo de tabla, servilletas, etiquetas, invitaciones o cuadernos todos esos malos pensamientos, sensaciones, conversaciones, disputas, reflexiones y tal.

Acumulando un par de fracasos sentimentales a la lista…

Me harté de ser periodista, de la política, de las poses, de madrugar para otros.

Me fui a vivir un año a las faldas del Cotopaxi a silenciarme un poco. Hice lienzos, conviví con los indígenas, canté con gente retirada que buscaba la paz en el monte. Y ahí empecé a escribir, a borrar todo y empezar de cero.

Volví nuevamente al caos de la lindura de Quito con un borrador tan maltrecho como yo. Hablé con Don Víctor Niama, un gran amigo de toda la vida, tan viejo, distante, frío y aventado, quién me animó a publicar y quién ahora es mi editor. Así también Nacho Dueñas, otro veterano bohemio, díscolo, arrebatado y rebelde, que a través de e-mails de vez en nunca y desde España me regañaba diciéndome: “tía este año debes hacerlo, debes escribir tanta cosa que llevas guardado por ahí”.

Con hambre de contar anécdotas íntimas, pero también inspiradas en esas amigas de copas, amigas de las amigas, de las muchachas del barrio, colegas, señoras y abuelas. De hombres tímidos, de otros bastante locos, de jefes, de chicos después del sexo y la resaca, de los casi algo. De desconocidos.

Escribir es vernos desnudos aceptando cada cicatriz, cada tono, y matiz. Y desnudos hemos nacido.

Este libro, es ligero de equipaje, para sollozar, darnos un golpe en la cabeza, suspirar o a lo mejor aceptar que a pesar de haber crecido no dejaremos de ser esos niños que sólo quieren un lugar seguro para jugar un rato, para aprender, para mejorar, para inspirar. Avanzar y ya no tachar tanto el papel. (Majo Vargas. Autora)

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